Historia del retrato pictórico
El retrato pictórico desde su origen hasta el Renacimiento
«Dama del Unicornio», Rafael Sanzio. 1.506. ©Galería Borguese de Roma
Origen del retrato pictórico
La historia del retrato pictórico revela que este es un género artístico fascinante. En él se expresa la necesidad de perdurar en el tiempo, trascender nuestra limitada existencia y mostrar la esencia humana. Entraña un apasionante objeto de estudio, pues concentra en sí la mayoría de las funciones de la pintura.
El retrato pictórico se desarrolla a lo largo de la historia del Arte, y es un fiel reflejo de la época en la que fue creado. Si observamos atentamente, un retrato nos cuenta la personalidad del personaje, su clase social, y un sinfín de códigos ocultos que hablan del retratado.
Hay quien piensa que el género del retrato limita las posibilidades creativas del artista, por tener que mantener el parecido del retratado. En mi opinión la pintura de retratos no consiste en copiar, sino en reinterpretar las formas del modelo. El artista aporta su propia visión y empatía con el personaje. Esta captación nos llega a los espectadores con sensibilidad artística, capaces de aprehender la esencia y mensaje que el artista comunica a través de su proceso artístico de creación.
La leyenda del origen del retrato pintado
Plinio el Viejo relata en su Historia Natural la leyenda sobre el origen del retrato, contándonos cómo Kora, la hija del célebre alfarero griego Butades Sicyonius (siglo VI a.c.), debía despedirse de su amado antes de partir hacia la guerra. La sombra el joven se proyectaba en una pared a la puesta de sol, y Kora, manchándose su dedo de barro, trazó la silueta del perfil de su amado. Esta leyenda expresa cómo el género del retrato pictórico preserva la memoria de la persona. No sólo representa la apariencia externa de la persona, sino también cómo desea ser recordada.
El origen de la pintura: Jean Baptiste Regnault. 1.786. Palacio de Versalles. Imagen extraída de wikipedia
El retrato pictórico en época romana
Este breve repaso por la historia del retrato pictórico se basa en únicamente en el arte bidimensional. De épocas antiguas sólo han pervivido las esculturas y la numismática, porque el arte pictórico es más frágil que el escultórico. Apenas nos han llegado testimonios de pinturas de retratos. El motivo han sido los problemas de conservación que existen en las pinturas.
El soporte de madera es muy sensible a deterioros como la humedad, los insectos xilófagos, etc. Las pinturas de El Fayum, del S. I al IV d.c., son los retratos más antiguos que han llegado hasta nuestros días. Se encontraban insertados en la envoltura de las momias de los personajes, con la finalidad de permanecer con el cuerpo en su viaje a la eternidad. Están pintados sobre tabla o marfil, con colores de cera y resina (encáustica) o con temple.
Un molde no es un retrato
En época romana se realizaban máscaras de cera para extraer el molde del rostro de los difuntos. Ese tipo de retrato, meramente fisionómico, no incorpora virtuosismo artístico ni expresión psicológica del personaje.
La pintura de retratos en la Edad Media
En la baja Edad Media ya se atisba cómo la burguesía comienza a ser uno de los clientes principales de los artistas. En el siglo XIII, por ejemplo, la floreciente clase burguesa reivindica retratos realistas, especialmente en Borgoña y Francia.
El retrato pictórico en el Renacimiento
La época del Renacimiento es clave en la Historia del Arte del retrato, pues se asentó el encargo privado, asumiendo un importante papel en la sociedad. Los cuadros se valoran como objeto material, y el retrato pictórico adquiere valor significativo como representación de estatus y éxito social.
El pensamiento humanista se interesa por las culturas de la Antigua Grecia y Roma, así como por el mundo de la Naturaleza. Se difundían e intercambiaban pequeños retratos miniados entre las cortes europeas, a menudo con fines matrimoniales.
Representación de la naturaleza humana
El interés por la Naturaleza incide en la búsqueda de la representación de la realidad. Uno de los primeros ejemplos de retrato realista lo encontramos en la obra “La Trinidad”, de Masaccio. Se trata de una obra con finalidad religiosa, sufragada por un donante al que Masaccio retrata fielmente, a tamaño natural. En esta historia del retrato pictórico, creo esencial la difusión del uso de insertar retratos de personajes contemporáneos en las escenas pintadas, tanto sacras como profanas. Simonetta Vespucci es un personaje de la época de Botticelli, que el artista utilizó como modelo en obras como el «Nacimiento de Venus».
Autorretrato. Alberto Durero. 1.500. ©Pinacoteca de Munich.
Nacimiento del autorretrato
Los primeros autorretratos del arte occidental aparecieron durante el Renacimiento, cuando los artistas se representaban entre la muchedumbre en algunas escenas narrativas. El teórico del arte Leon Battista Alberti (S.XV) aconsejaba a los artistas retratarse mirando al espectador.
La época del Renacimiento es esencial en la historia del retrato pictórico, por la propagación de ideas humanistas que influyeron en una nueva autoconciencia en los artistas. Tal es el caso de Alberto Durero, el más grande de los artistas alemanes. Pintó gran número de autorretratos, algo inusual en la época.
El autorretrato de Durero que se conserva en la pinacoteca de Munich fue pintado en el año 1.500, y es especialmente significativo, porque se representa a sí mismo conforme a la iconografía cristiana de la “verdadera imagen de Cristo”. De esta forma enfatiza el carácter divino de la creación artística. Esta idea se complementa con la alusión a la mano, instrumento del oficio del artista.
La actividad del Arte aún era considerada una labor mecánica y artesanal. Hubo un esfuerzo por dignificar la profesión de artista, y por dotar a las artes de un estatus de actividad liberal.
La revolución de las técnicas artísticas en el Renacimiento
El siglo XV trae consigo el nacimiento de la técnica artística reina de las Bellas Artes: el óleo. El invento del óleo marca un punto de inflexión en la historia del retrato pictórico. Se atribuye a los pintores flamentos, y se basa en la adición de aceite como aglutinante. Hasta aquella época la técnica común era el temple, que podía ser magro o graso. La diferencia estaba en que al graso se le añadía una pequeña proporción de aceite para emulsionar la yema de huevo. El óleo potencia los matices cromáticos, y los colores lucen por tanto en todo su esplendor. Permite el trabajo artístico mediante veladuras, es decir, capas de transparencia de colores disueltos que transforman visualmente la capa de abajo. En futuros post expondré en profundidad los secretos de las técnicas artísticas, para ejemplificar la importancia de las innovaciones técnicas en el desarrollo de la representación pictórica.
La técnica del óleo permite pinceladas más suaves y finas que el temple. El soporte utilizado en el S.XV es la tabla de madera, a la cual se aplica una imprimación que cumple la función de alisar la superficie, y favorecer la reflexión de la luz sobre los colores. El aglutinante a base de óleo, al ser aceitoso favorece el deslizamiento del pincel, y pintar detalles elaborados, tales como joyas, indumentaria, texturas de irregularidades en la piel del personaje, etc. La técnica del óleo se basa en el secado lento, por la oxidación del aceite, lo cual permite mucho tiempo de trabajo, y la minuciosidad en los detalles mencionados.
La difusión de las nuevas técnicas artísticas
En el siglo XV fueron los artistas del Norte de Europa quienes marcaron el camino en el estilo realista del retrato pictórico. Su detalle y realismo son la consecuencia de la entrada en escena del óleo. El máximo exponente en los inicios del óleo en la historia del retrato pictórico es Jan van Eyck. En el año 1.434 pintó su obra más importante, El Matrimonio Arnolfini, que representa a una pareja de cuerpo entero, con una rica gama cromática, repleta de texturas y detalles. Este cuadro está repleto de elementos simbólicos, y merece un post en exclusiva.
La técnica del óleo se difunde hacia Italia gracias a artistas que se formaron en el Norte de Europa, como fue el caso de Antonello da Messina. La gran aportación de los artistas italianos fue la utilización del lienzo como soporte. El tejido de lienzo es más flexible que la madera, y por tanto craquela menos. Conserva mejor el pigmento y necesita menos imprimación que la pintura sobre tabla. La técnica del óleo sobre lienzo permite pintar sobre formatos más grandes porque pesa menos, y su importancia en el transporte de obras de arte fue clave en la difusión de la cultura.
«Retrato del Matrimonio Arnolfini», 1.434, Jan van Eyck. Óleo sobre tabla. National Gallery de Londres©
La composición en los nuevos modos de mirar
Los artistas de Flandes, Holanda y Alemania ampliaron la visión del retrato, incorporando la composición de medio perfil. Esto permite que el retratado mire al espectador, y la elaboración pictórica de las pupilas aumenten la expresión del rostro. Estos muchos casos se incorporan los brazos con las manos de los retratados, permitiendo organizar composiciones más complejas.
El gusto de la clientela siempre ha condicionado la evolución de las formas en la Historia del Arte. La nobleza demandaba representaciones realistas de ellos mismos. El desafío de crear vistas de cuerpo entero o tres cuartos estimularon la experimentación y la innovación.
Dibujo versus color
En el S.XVI los círculos artísticos ya comienzan a debatir el eterno dilema sobre si el dibujo es más importante que el color. La dualidad dibujo/color permanecerá viva a lo largo de toda la Historia del Arte, y en Italia se ejemplifica entre la escuela florentina (dibujo) y la escuela veneciana (color).
Rafael basa su arte en el dibujo, en el estilo pictórico apoyado en la línea. En su obra el sentido de la belleza y de la serenidad fluyen espontáneamente. La línea establece las formas pictóricas, influyendo en artistas posteriores, como Guido Reni, Annibale Carracci y los artistas académicos. Los encargos papales acrecentaron la fama y el prestigio de Rafael, que recibió numerosas peticiones de cardenales y nobles. Sus retratos son un reflejo de la evolución del artista, porque comienza a representar los rasgos como indicadores de la interioridad de la persona, más allá de la preocupación por la afirmación del rango social. La presencia de la figura se hace más certera y consciente.
El Cardenal. Rafael Sanzio ©Museo del Prado
Tiziano es el máximo exponente de la escuela veneciana, caracterizada por el uso del color. Este trabajo artístico se basa en la factura en torno a planos limpios que modulan la figura. La pintura estructurada mediante planos de color hace uso de una pincelada suelta, fresca, y con modulaciones cromáticas que permiten disfrutar del placer del color. La escuela veneciana generará gran influencia en corrientes artísticas que se desarrollarán en el siglo XVII, en artistas como Caravaggio, Rubens, Velázquez, así como siglos posteriores.
«Retrato de hombre», Tiziano. 1.510. ©National Gallery de Londres.
La Reforma luterana y el retrato
La Reforma luterana supuso una enorme conmoción para el mundo del arte. Muchos protestantes consideraron que los cuadros y estatuas de santos eran signo de idolatría. Los pintores del Norte de Europa perdieron su principal fuente de ingresos, la pintura religiosa. Los efectos de esta crisis se dieron por ejemplo en la carrera del alemán Hans Holbein.
Holbein se traslada a Inglaterra en el año 1.526, con una carta de recomendación de Erasmo de Rotterdam, que le pone en contacto con el erudito Tomás Moro. Uno de los primeros encargos de Holbein fue una serie de retratos para la familia Moro, que se conservan en el Castillo de Windsor. Holbein establece su residencia en la Corte del rey Enrique VIII, como pintor de cámara. Este título le permitió vivir y consagrarse a la pintura. La manera de colocar la figura en el cuadro, está perfectamente equilibrada y pensada, no dejando nada al azar. Le da un aire muy natural, rebosante del espíritu y la personalidad del modelo.
«Retrato de Enrique VIII», Hans Holbein. 1.532. ©Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid
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